Fuente original: Alma Vasca (Rivadeneira, Madrid, 1900)
Jose Mª Salaverria (1873-1940)
II. El ceremonioso tamboril. Pages 15
Sí; la edad antigua de mi historia personal vuelca ahora de repente sus recuerdos. Me acuerdo de los innumerables tamboriles de la niñez y de la adolescencia. Cuando sonaba en la plaza de la ciudad, en las tardes dominicales, entre la lluvia insistente que envolvía a los bailadores: muchachos del muelle oliendo a sardinas rancias, y chicas greñudas de parla procaz.
Cuando en la fiesta del Corpus iban los tamborileros, vestidos de frac anacrónico, a la cabeza de la procesión, y nosotros, con el traje nuevo de verano, recogíamos las espadañas que alfombraban las calles. Cuando en los domingos primaverales íbamos a las romerías, y llenos de sol, un poco chispos por la calaverada de los vasos de sidra varonilmente tragados, pretendíamos, entre tímidos y jaques, bailar con las chicas.
Ahora los tamborileros terminan su ronda y entran los tres en la plaza principal. La plaza de la villa se ha llenado de nobleza y de gravedad. Más graves que todos, los tres tamborileros se han dado cuenta de su alta misión y caminan ceremoniosamente, erguidos, en fila exacta, con paso de parada, pero no al modo rítmico de los soldados, sino con la suficiencia un poco irregular que usan los toreros al dirigirse en la plaza hacia el palco de la presidencia.
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Autor: Jose María Salaverría (1873-1940)Fecha: 17/07/1900