Iturria: Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra(Pamplona, 1975)
Juan Garmendia Larrañaga (1926-2015)
El tejedor o auntzalea. 125. orr
El telar, aquel viejo ingenio de madera, es cosa del pasado. Las pocas de estas máquinas que se conservan, las pocas que se han salvado del fuego, arrumbadas o recogidas en algún museo, no encuentran al tejedor, «auntzalea» o «eulea» que pulse sus pedales y accione la pequeña lanzadera. Aquel monótono sonido del telar resulta desconocido para el hombre de hoy. Según me contaba Javier de Aramburu, por este ruido la casa de un tejedor de Fuenterrabía recibía el onomatopéyico nombre de «Ran-ranenea». Era, aquél, un peculiar triquitraque producido por el peine al cruzar el hilo, que se interrumpía a la rotura de éste. Y si esto ocurría a menudo, con más frecuencia que lo considerado como normal, ello exasperaba al tejedor o «auntzalea», quien veía que transcurría el tiempo y no remataba la labor calculada para la jornada. Entonces, si se daba este caso, pregonado por el paréntesis silencioso del telar, el comentario de los vecinos de la industria casera, y esto lo recogimos en Dima, solía ser el siguiente: «euleak gaur umore txarra dauka» -el tejedor hoy está de mal humor-.
Deskargatu jatorrizko artikuloa PDF euskarrian
Egilea: Juan Garmendia Larrañaga (1926-2015)Data: 16/06/1975