Fuente: Los Pirineos (Astero, 2007) . Victor Hugo (1802-1885).
Traducción: Victoria Argimón.
La Carreta de Bueyes. Página 71-72.
“(…) Era muy pequeño cuando crucé estas montañas y lo oí por primera vez. El otro día, tan pronto como llegó a mi oído, sólo de oírlo, me sentí súbitamente rejuvenecido, me apreció que toda mi infancia revivía de mí. (…) A medida que la carreta de bueyes se aproximaba con su música salvaje, volvía a ver con claridad ese arrebatador pasado y me parecía que entre ese pasado y hoy no había nada. Era ayer. (…)
A mi alrededor los viajeros se tapaban los oídos; yo tenía el corazón embelesado. Jamás un coro de Weber, jamás una sinfonía de Beethoven, jamás una melodía de Mozarta ha hecho nacer en un alma todo lo que despertaba en mí de angélico y de inefable el chirrido furioso de esas dos ruedas mal engrasadas en un camino mal empedrado.
La carreta sea había alejado, el ruido se había debilitado poco a poco, y a medida que se apagaba en la montaña, la resplandeciente aparición de mi infancia se apagaba en mi mente; después, todo se ha descolorido y, cuando la última nota de ese canto armonioso sólo para mí se ha desvanecido en la distancia, he sentido que caía bruscamente en la realidad, en el presente, en la vida, en la noche.”
“
Autor: Victor Hugo (1802-1885)Fecha: 27/07/1843